Wait a minute, Mister Postman
por Daniel Martos - 26 sep 2024
El Correo Electrónico es el abuelo tecnológico que no pasa de moda
El e-mail nació allá por los años 60, cuando la gente usaba computadoras del tamaño de una habitación entera... o al menos eso dicen, ya que ¡yo no había nacido para ese entonces! En ese momento, nadie pensaba que algún día lo podría estar redactando desde un celular o que las redes sociales le robarían tanto protagonismo. El primer correo formal, con las características que conocemos ahora (ya que antes eran una especie de “mensajes en el servidor entre terminales remotas”) fue enviado por su creador, Ray Tomlinson, en 1971.
Pero, aunque pasaron los años y surgieron nuevas formas de comunicación, el correo electrónico sigue firme “como rulo de estatua”, ya que es una herramienta clave, especialmente para cuestiones serias y formales. Una diferencia básica en su utilidad, es el tipo de mensajes que circulan. ¿Querés mandar un meme?: usás WhatsApp. ¿Querés enviar una propuesta de trabajo, un proyecto o una nota para la web?: usás e-mail. Simple y claro.
Hoy, en pleno 2024, el correo electrónico o e-mail sigue siendo la mejor opción (aunque no exclusiva) para trabajos, contactos laborales y mantener un registro organizado de nuestras comunicaciones. A diferencia de las redes sociales, donde todo es instantáneo y a veces efímero, el correo electrónico es el espacio para lo importante. Y aunque las redes y las mensajerías instantáneas como Telegram o Whatsapp te resuelven la vida en el día a día, cuando hay algo importante o formal, el correo sigue siendo el más útil.
Más pesado que... archivo de video
Pero claro, el correo electrónico no está libre de problemas. ¿Alguna vez intentaste mandar un PDF gigante o imagen o video en alta resolución y te saltó el cartelito de "archivo demasiado pesado"? Bueno, no sos la única persona a quien le ocurrió. La mayoría de los servicios de e-mail tienen límites para los adjuntos (generalmente entre 20 y 25 MB), lo que puede ser un dolor de cabeza si estás intentando mandar varios archivos a la vez.
¿Qué hacer en estos casos? ¡No te asustes! Podés usar servicios como Google Drive, Dropbox o WeTransfer para compartir esos archivos enormes sin problemas. De hecho, Gmail articula su servicio con Google Drive y automáticamente pasa los archivos pesados a un enlace de dicha nube para que el destinatario los pueda recibir.
Su inseguro servidor...
Además de los adjuntos pesados, otro tema común son los famosos "problemas de servidor". Si el servidor de tu proveedor (yahoo, gmail, hotmail, por ejemplo, u otro de dominio corporativo, si es que trabajás en una empresa) de correo se cae o está intermitente, es como si estuvieras gritando al vacío: tus mails no salen ni entran y quedan en un limbo. A veces, solo podés esperar a que se solucione solo, que es lo que sucede en la mayoría de los casos. Otras alternativas son verificar si la dirección de destino está bien tipiada, si la web de tu servidor funciona correctamente o enviar un correo desde otra casilla, para evaluar si no es el mail del destinatario el problemático.
Y no nos olvidemos de las listas negras: si tu dominio termina ahí, tus correos serán tratados como spam y probablemente no lleguen a destino. Las “listas negras” son aquellas que enlistan aquellos dominios (o servidores) que envían mensajes masivos o fraudulentos, y avisan a los grandes servicios de internet para que lo rechacen. Si ese es el caso, debés acudir al soporte técnico de tu proveedor para que te ayude a salir de esa lista. Antes de hacerlo, podés ver si realmente tu mail tiene problemas, usando servicios de chequeo como:
¿Dónde está mi mail?
Si un e-mail no te llega o no sale, lo primero es no entrar en pánico. Revisá la bandeja de spam (porque, realmente, más de una vez encontramos ahí cosas que ni sabíamos que esperábamos). Si no está ahí, verificá que tu conexión a Internet esté bien y que el servicio de tu proveedor no esté caído. Ah, y si estás mandando un archivo adjunto, revisá que no sea demasiado pesado. Si seguís sin suerte, chequeá que no hayas terminado en una lista negra (improbable, ¡pero sucede!).
En síntesis, el correo electrónico sigue siendo esa herramienta confiable que no nos deja a pie. Mientras que las redes sociales van y vienen, el e-mail es el lugar donde podemos ser formales, claros y efectivos. No tiene la rapidez del chat, pero sí la estructura que a veces necesitamos para que las cosas importantes queden bien ordenadas. Así que, por más que las modas cambien, el e-mail sigue firme y probablemente lo esté por muchos años más.
Prospectiva espiritual
por el IET* Leonardo Saphir – 24 sep 2024
*Innovador y Emprendedor Tecnológico
Comienzo esta nueva etapa de Prospectiva con respuestas de la Inteligencia Artificial (AI):
La Nada
Definición: la nada se refiere a la ausencia total de ser o existencia. Es un concepto que implica la inexistencia absoluta de cualquier cosa.
Perspectiva Filosófica: filósofos como Heidegger han explorado la nada como un fenómeno que desafía la comprensión lógica y científica. Heidegger, por ejemplo, argumenta que la nada no es simplemente la ausencia de algo, sino que tiene una realidad propia que influye en nuestra existencia.
La Preexistencia
Definición: la preexistencia se refiere a la existencia de algo antes de un determinado evento o estado. En términos filosóficos y teológicos, a menudo se refiere a la existencia del alma antes del nacimiento físico.
En base a estas respuestas de Copilot, armaré aproximadamente veinticinco notas donde analizaré el momento anterior al inicio del “Hágase la luz y la luz se hizo”, como comienza la Biblia refiriéndose a la Creación, que en síntesis y en nuestras palabras, nos dice:
Y la existencia estaba sin forma, silenciosa y vacía y la oscuridad reinaba sobre la nada… Y la nada ignoraba la faz del abismo, incluso al Espíritu… Y comenzó a existir el Espíritu que transitaba la faz del abismo… Y al Espíritu desde entonces se lo denominó Dios.
Temperaturitis aguda bilateral
por Diego Kochmann – 23 sep 2024
Eso es lo que me diagnosticaron. Un trastorno que se da en una persona cada cincuenta millones, dijo el médico. ¡Y justo me tocó a mí!
El nombre es raro pero la enfermedad es fácil de explicar: tengo la mitad del cuerpo muy caliente y, la otra, súper fría. La derecha es la fría. Muchas veces la paso muy mal, y mamá también, pero no podemos hacer nada. No hay remedios para esto.
Hay momentos peores que otros, y siento que me estoy hirviendo y congelando al mismo tiempo. ¡Es una sensación horrible! En casa no es tanto problema porque, por ejemplo, duermo tapado solo la mitad, me pongo una sola media, y así. Pero también tengo que salir, y eso no me gusta. Y como mamá no puede verme sufrir, me confeccionó varios tipos de prendas, para que me pusiera. Por ejemplo, una mitad remera mitad pullover, un pantalón mitad jean mitad short, una bufanda que solo se agarra de un lado… Y me dijo que usara dos pares de medias más los zapatos de cuero en el pie derecho, y solo una ojota en el izquierdo.
Sin embargo, aquella solución causaba un problema mayor. Porque ya en el colectivo, y ni hablar en el colegio, era el centro de todas las miradas. Y no solo de las miradas, porque siempre me llovían burlas desde todos los rincones. No había ni una vez que entrara en el aula sin que un chiste me golpeara en plena cara. Y los profesores no decían nada, algún “shhhh”, a lo sumo, cuando estallaban las risas de mis compañeros.
–Pero no podés salir así a la calle –me retó mamá una vez que me había puesto ropa normal–. Vas a tomar frío, y calor… Esos cambios de temperatura te van a enfermar. Ya sabés eso, querido.
Y sí, lo sabía muy bien. Sin embargo, cada mañana me preparaba un bolso con el uniforme tradicional de la escuela y, apenas me alejaba una cuadra de casa, iba atrás de un árbol y me lo ponía. Y pese a que vivía sufriendo tremendos fríos, o calores, o ambas cosas al mismo tiempo, fue una buena decisión. Con el tiempo logré acostumbrarme. Lo que no hubiese podido aguantar por mucho tiempo son el rechazo y las cargadas de los demás. Eso me hubiese enfermado de verdad.
Valientes y pacíficos
por Salvador D’Aquila – 04 oct 2023
Suelo pensar, convencido, que la mayoría de nuestros políticos y dirigentes son gente enferma o en vías de serlo. Rodeados permanentemente de hipocresía, servilismo, especulación y búsqueda de poder a cualquier precio, y siendo ellos mismos motores y víctimas de todos esos vicios y otros, tarde o temprano esas emociones negativas van a tener sus correlato en el cuerpo y en la psiquis. Y tampoco debería sorprendernos que los traicione el subconsciente o que en algún momento busquen inconscientemente escapismos que los delaten.
La mayor parte de ese conjunto de hombres y mujeres no tiene vocación de servicio, sino de poder. Y en esta versión de “plaga descontrolada”, permanentemente un escándalo reemplaza a otro. Somos parte de un círculo vicioso: con ellos a la cabeza, la nuestra es una sociedad enferma porque nosotros, que la constituimos, estamos enfermos; y los elegimos para representarnos. Lamentablemente, son enfermos que nos enferman.
Pienso en el título que encabeza esta nota como una suerte de idea fuerza: ser valientes y pacíficos. Porque, no importa qué espacio político nos gobierne en los próximos años, los argentinos vamos a tener que reflexionar mucho y tomar en el futuro cercano decisiones muy difíciles como comunidad, que necesariamente van a afectarnos en lo personal. No me refiero solo a quiénes votar en las elecciones, sino a otras decisiones muy de peso. La principal, quizás, es decidirnos a enfrentar tantos descalabros que vivimos y vamos a seguir viviendo, y al mismo tiempo estar tranquilos y sin que la violencia, interior y exterior, nos gane.
Ante el estado de situación que vivimos, ¿cómo convencemos a los argentinos pesimistas y no tanto de que el país va a salir adelante de alguna manera? Sus argumentos sobre la realidad son casi irrebatibles porque todo parece desmadrado. Unos pocos ejemplos que mencionamos a continuación lo demuestran: la enorme pobreza e indigencia, con especial énfasis en niños y adolescentes; una economía con un notable desmanejo desde el poder, que está desquiciada para cualquiera que quiera evaluarla con un mínimo de sentido común; cientos de miles de pobres volcados casi diariamente a las calles a partir del interés de punteros políticos inescrupulosos; un sindicalismo convertido en obstáculo para el desarrollo de los propios trabajadores a quienes dice defender y de la sociedad en su conjunto. Y la lista podría continuar. Todos, con un peso enorme como obstáculos para buscar equilibrios y encaminar un futuro de progreso.
Por eso, antes de las elecciones, no seamos indiferentes: reflexionemos mucho y tomemos decisiones, aunque sean difíciles o a contrapelo de lo que siempre sentimos o pensamos, privilegiando la racionalidad y la sensatez. Tengamos conciencia de mayorías, no de masas. Y no olvidemos que una decisión tomada por un funcionario en un momento dado, tiene consecuencias para todos los argentinos durante años. Y después de las elecciones, independientemente de quién nos gobierne, predispongámonos para afrontar lo que viene, que no va a ser fácil ni para el conjunto de la sociedad ni para la cotidianeidad de cada uno de nosotros, no importa el lugar que ocupemos.
Mantengamos la calma, que no significa ser pasivos. Ante las necesidades e incomodidades y determinados chantajes del poder que nos van a tocar vivir, no cedamos y continuemos actuando y reclamando para que se tomen las decisiones correctas, pero sin caer en acciones violentas. Todo un desafío: ser valientes y pacíficos.
Despedida, agradecimiento y renovación
por Salvador D’Aquila – 10 jun 2021
Nuestro sitio Un ratito más dice un cálido hasta luego a varios de sus colaboradores. Algunos de ellos, lo enriquecieron desde sus inicios. Otros, se sumaron con su talento para hacerlo crecer en distintas etapas de estos cinco años de vida. Para todos, nuestras palabras y sentimientos son de agradecimiento y admiración: han puesto sus conocimientos, estudios e investigaciones al servicio de los lectores y también de los integrantes del equipo periodístico. Más allá de sus distintas y variadas especialidades, experiencias y edades, los ha igualado el espíritu de querer compartir sus saberes con aquellos que, atraídos por sus notas, se fueron sumando a nosotros con el transcurrir del tiempo.
En el final de esta etapa, nuestra inmensa gratitud para Juan Carlos Latrichano, Osvaldo Pimpignano, Nacho D’Aquila, Loli Báez, Candela Saldaña y Darío Domínguez por su dedicación y capacidad volcados en nuestras páginas. Y además, para nuestro amigo de tantos años, C. Fernández Rombi, nuestro recuerdo para siempre.
Un ratito más se renueva: vendrán nuevos temas, nuevas columnas, nuevos redactores. Desde este presente que nos interpela constantemente, miramos hacia el futuro y lo plasmamos con información, cuestionamientos y propuestas que nos hagan sentir parte de esa construcción.
Siempre al servicio de quienes nos siguen, permaneceremos en la tarea de mantener su fidelidad, pensando juntos lo mejor para el desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad.