Nuestros cachorros
por Salvador D’Aquila
25 ene 2017
Seguramente por ser la inseguridad un tema muy convocante y este un año electoral, el Gobierno decidió impulsar una reforma del Código Penal y la escala de condenas. Una buena idea, más allá de que uno pensaría que esa actualización debería darse en forma permanente, ya que siempre surgen delitos que no están previstos, por ejemplo, los cometidos en el campo de la informática.
O que sí lo están, pero con penas que no guardan relación con el perjuicio que se ocasionó. Es el caso de los daños ocasionados por conductores alcoholizados o drogados. Que hasta la muy reciente modificación, esas condiciones eran consideradas atenuantes y desde ese momento pasaron a considerarse agravantes, contemplándose penas más graves. Lo anterior podría resultar para muchos inentendible, pero rigió durante muchísimos años hasta que la lucha de las llamadas Madres del Dolor logró un cambio que, por lo menos para mí, era totalmente lógico.
Y habrá otras tantísimas cosas que deberán modificarse o incorporarse, lo cual como dije, me parece muy bien. Pero la bandera que se tomó para llevar adelante esta reforma, no sé si por el Gobierno y/o los medios y/o parte de la sociedad, es la de bajar la edad para la imputabilidad de menores: pasar de 16 a 14 años.
Bajar la edad de imputabilidad es ahora una posibilidad que veremos si finalmente se implementa y de qué manera, después que sea debatida por especialistas de distintos campos relacionados con la cuestión y también por políticos, que confiemos en que por lo menos estarán correctamente asesorados.
Como siempre, cada cual tiene su opinión y casi todos se creen con derecho a ella. Yo prefiero conocer la palabra y opiniones contrapuestas de los que conocen la problemática en profundidad y pueden fundamentar los cambios o no. Para luego, recién, tomar posición frente al tema y tener una opinión propia.
No obstante, quiero decir de una manera muy básica y primaria, que la raza humana, nosotros, los hombres, cuidamos mal, pero muy mal a nuestros cachorros. Me atrevo a decir que dentro del universo animal tal vez seamos los que peor protegen a sus crías, siendo que al nacer son de las más desvalidas.
¿Qué significa esto? Que muchas, demasiadas veces, no los dejamos siquiera nacer. Que otras tantas no les permitimos sobrevivir, ya que existen en el planeta millones y millones de ellos que están mal alimentados. Y que por esto último, casi la mitad de los menores de cinco años que mueren, lo hacen por malnutrición.
Que no van a la escuela. Que son objeto de uso de las mafias. Que son “soldaditos”, como les llamamos ahora, de los narcotraficantes. O que son soldados, con armas al hombro, en una gran cantidad de ejércitos irregulares en el mundo. Que son objeto de trata, tomados como esclavos para el trabajo infantil o para la prostitución. Y algunas cifras suenan increíbles o irreales: por ejemplo, que el 68% de las personas objeto de trata sexual, son niños. O que se calcula que el año pasado, 150 millones de niños han realizado trabajo infantil, viviendo muchos de ellos en condiciones de esclavitud.
Hablamos de chicos de 6, 10, 12 años. Ponele 14 o 16 si querés. Siguen siendo pibes.
Ojo con todo esto, eh, porque no sucede solamente en otros lugares del mundo. Ciertamente, hay países donde están peor que nosotros, pero en el presente del nuestro, también convivimos con esas realidades muy marcadamente.
Sucede que estas cosas, tomadas así… nos pasan de largo desde hace rato. Nos hemos acostumbrado. Las leemos en las noticias y son una noticia más. Pero cuando las juntas a todas y a propósito de la inseguridad y la edad de imputabilidad, mínimamente se reflexiona sobre ellas, sería lógico concluir que hay algo que estamos haciendo mal… Pero muy mal, pésimo. Insisto: son nuestros cachorros, son nuestros pibes, son nuestros hijos.
Muchos por allí podrán preguntar con razón qué se hace con ese chico que saca un arma y te asesina. Qué se hace con el que te roba, individualmente o por orden de un mayor que sabiendo que ese chico no es imputable lo manda al frente. O con aquellos otros que te roban con la estrategia “piraña”, como se le llama, que te rodean cinco o seis y en unos segundos te despojaron de todo. Y en el mejor de los casos no te hicieron daño físico.
Qué hacemos con todos esos chicos.
Lo primero que debiéramos entender es que las soluciones mágicas no existen. ¿O realmente se piensa que si se baja la edad de imputabilidad a los 14, a los 12 o a la edad que fuera, vamos a mejorar mucho? Esto es tan válido para este tema en particular, como para el de la inseguridad en general: sólo con leyes que repriman no se solucionan los problemas.
Por otra parte, las estadísticas dicen que es muy menor el porcentaje de delitos donde intervienen menores. Pero claro, los hechos son impactantes. No pueden dejar de serlo: hablamos de vida y de muerte y de chicos que a veces no superan los 14 o 15 años.
Nos hemos comprado este paquete durante las últimas décadas. No hablo de un año ni de un gobierno en particular. Lo hemos ido comprando entre todos y desde hace tiempo: claramente, cuarenta, cincuenta años atrás esto no sucedía. Se puede afirmar que es una corriente mundial. Sí, pero acá no pasaba. Hablemos de nuestro país y de nuestra sociedad: hemos llegado a esta situación por desidia, por negligencia, por complicidad. Por mirar para otro lado, cuando debíamos hacer bien los deberes.
¿Qué es hacer bien los deberes?: responsabilidad social, de todos los protagonistas en todos los niveles.
La de los empresarios, que les han ido quitando tiempo a los padres a través del trabajo excesivo y también, junto con eso, posibilidades económicas. Y esos padres no han podido a lo mejor dar educación, alimento y sobre todo, dedicar tiempo a la formación de sus hijos.
Pasando por los maestros, a quienes les hemos quitando predicamento y entonces ahora no tienen autoridad para educarlos o coeducarlos junto con los padres. Amén de la falta de compromiso y vocación de muchos de ellos.
La del vecino que cuidaba no solo al propio sino también al hijo ajeno. (¿Cuántos de ustedes que nos están leyendo no fueron formados y educados no sólo por sus padres sino también por los vecinos de la cuadra? Y guay que te portases mal o fueras irrespetuoso con los vecinos de la cuadra)
Y podríamos sumar varias páginas a esta brevísima nómina de responsables, dejando un lugar preferencial para los sucesivos gobiernos, que siempre prefirieron el rédito político que los mantuviera en el poder, a tomar las decisiones que favorecieran al conjunto.
En fin, cada uno con su responsabilidad, porque en todas esas cuestiones todos tenemos alguna. Y como corresponde, mucho mayor cuanto más alto sea el lugar que se ocupe en la escala del poder político, empresarial, intelectual o social.
¿Bajaremos o no la edad de imputabilidad de los menores? Y, sinceramente, casi parece importar poco al lado de todo lo que comentamos.
Pero lo que es seguro, es que ya es tiempo de tomar con la mayor seriedad esto de cuidar a nuestros cachorros. Porque el no hacerlo, redunda en un perjuicio que nos alcanza a todos: desde aquellos que pretenden sin lograrlo vivir a salvo en la burbuja de cristal de un country o viajando en un auto blindado. Hasta al más humilde, cuyo lugar en el mundo es un barrio del conurbano o una villa de emergencia y que también es sujeto de violencia.
2017. A ver si nos despabilamos, eh.