por Alejandro Muñoz - 07 may 2020

 

Cómo se extraña el fulbito…  Qué diferente parece que va a ser nuestra vida, la de los futboleros de ley.  ¿Tendremos que acostumbrarnos a ver los partidos por la tele, a que se juegue en canchas auxiliares, a que no tengamos esas multitudes saltando y cantando en las tribunas?

 

Parece difícil imaginarlo, pero en los últimos años, sobre todo en la Argentina, nos estábamos empezando a acostumbrar.  Que público visitante no, que partidos “a puertas cerradas”, que hinchas neutrales que no deben llevar camisetas de ningún equipo…  De a poquito, nuestra sociedad, nuestra manera tan “argentina” de ser, nos fue guiando a ser mucho menos futboleros que antes.  ¿O acaso cuántos argentinos saben quién es el arquero de Banfield o el “4” de Patronato?

 

Esta pandemia, además de reubicarnos de un plumazo, de hacernos replantear la vida en su totalidad, también nos hace desear algo que, hasta hace unos 20 años, era fundamental e imposible de reemplazar: el fútbol.  Pero de un tiempo a esta parte, muchas personas habían encontrado la manera de reemplazarlo.

 

¿Qué cambió en el medio?  Netflix, los celulares, el poco amor por la camiseta de los protagonistas, la violencia en las canchas, los negocios turbios, las resultados sospechosos.  Muchos somos los que seguimos emocionándonos, pero no podemos negar que los futboleros de ley, de a poquito y como se dice en la popu, “cada vez somos menos”.