por Juan Carlos Latrichano – 03 nov 2020

 

A mediados de octubre, el apocalipsis parecía inexorable.  La brecha entre el dólar oficial y los paralelos se ampliaba cada día un poco más.  Los profetas de la desgracia pronosticaban, y siguen pronosticando, una devaluación más temprano que tarde.  Nos decían, y siguen diciendo, que no existen posibilidades de que los paralelos bajen a un precio cercano al oficial.  El Gobierno ensayaba con diversas medidas sin dar en el clavo.  La baja de las retenciones al campo, son una de las pruebas de ese fracaso.  Todo iba en esa dirección, hasta que se instrumentaron un conjunto de medidas y acciones que dieron buen resultado.  Entre las más relevantes, tenemos las siguientes:

 

1. La represión de maniobras financieras provenientes del narcotráfico (intentaban comprar dólares en el mercado blue para fugarlos al exterior).

2. Detectaron ocho camiones cargados de soja que intentaban llevar en forma ilegal a Paraguay.

3. Crearon nuevas modalidades de depósitos, entre ellas, un plazo fijo en pesos ajustable por dólar oficial para exportadores agropecuarios.  De este modo, se disipa el riesgo de perder dinero por exportaciones, dado que los fondos provenientes de la exportación pueden ser invertidos en este tipo de operación.

4. Crearon un título ajustable por dólar oficial para todo público.

5. El Gobierno consiguió pesos y canceló parte de la deuda con el Banco Central.  Esto hizo que disminuyan la base monetaria y las letras de liquidez.

 

Con estas y otras medidas se produjo, a partir de mediados de octubre, una reversión de las tendencias negativas. Entre ellas, se detuvo la caída de depósitos iniciando un camino ascendente (en resumen, los depósitos crecieron un 1,5%).

 

Finalmente, la brecha comenzó a reducirse.  La idea, de no mediar imponderables, es que la misma se sitúe en un valor no mayor al 50%.  A cruzar los dedos.

 

 

por Juan Carlos Latrichano – 28 oct 2020

 

La fuerte suba del dólar marginal, contado con liqui y del que se adquiere por bolsa, suscitó innúmeros análisis que arrojaron diversas conclusiones.  La mayoría de ellas aparecen reflejadas por los analistas económicos y políticos que vemos recurrentemente en los medios masivos de comunicación.  Una de las más utilizadas, concierne a la falta de confianza originada por la carencia de un plan económico equilibrado.  Desde luego, esta visión hace responsables de esta irregularidad a las autoridades que manejan el Ministerio de Economía.

 

Por carácter transitivo, se extiende la responsabilidad hacia el Presidente de la República.  Este tipo de comentarios se vienen haciendo a lo largo de estos últimos días.  Indudablemente, esto va debilitando la fe de los ahorristas, hasta que una parte de ellos se asusta y arbitra pesos por dólares.  A medida que esto va sucediendo, las reservas del Banco Central disminuyen.  Llega un punto, como ya sucedió, en que no queda otra alternativa que aumentar las restricciones para disminuir la compra de dólar ahorro.  En esta circunstancia, la demanda va al marginal o a los dólares liqui o bolsa.  La brecha entre el precio del dólar oficial y el de los paralelos, comienza  a crecer. Esto hace que se demoren las exportaciones y se aceleren las importaciones, todo impulsado por la expectativa de suba del dólar oficial.

 

¿Qué intereses promueven todo esto?

Los que desean que el Gobierne se debilite.  Indudablemente, una devaluación se transferirá a precios e iniciaría un sendero de alta inflación, que erosionaría el poder del Gobierno.  La razón de esto tiene que ver con la pérdida que han experimentado los grupos de poder, entre otras cosas, con el congelamiento de tarifas y con el acuerdo de precios. Si usted no cree en esto, averigüe cuándo se festeja el Día del ingenuo; y avíseme, así lo saludo.

 

¿Qué quiere decir que sobran delitos?

En primer lugar, debemos señalar que esta visión contradice la idea de la falta de confianza.  Existen innúmeras maniobras que se han conocido en estos últimos días.  Las principales son las siguientes:

 

1. Narcotraficantes intentaron comprar 40 millones de dólares en una cueva.  La idea, seguramente, era sacarlos al exterior.  Típica acción de lavado de activos.  Intervino la Gendarmería.

2. En Misiones se frenaron ocho camiones que intentaban pasar soja hacia Paraguay.  Desde luego, pretendían sacar la mercadería sin necesidad de ingresar las divisas y liquidarlas en el mercado oficial.

3. Las operaciones más elevadas de contado con liqui de estos últimos días, fueron hechas por fondos e instituciones que habían traído dólares el año pasado, para ganar en pesos con las enormes tasas que se pagaban.  Al ser reperfilados, quedaron atascados y aprovecharon esta modalidad para escapar.

4. Parece que Paraguay exportó más soja de la que produce.  He leído un informe que habla de un gran excedente de dólares en los bancos paraguayos.  Yo no creo en las brujas pero que las hay, las hay.

5. La AFIP comenzó a pedir un plan impositivo a las grandes empresas.  Se dice que los negocios con Sociedades Paralelas, en paraísos fiscales, están a la orden del día.  Especialmente, la subfacturación de exportaciones.

6. En septiembre crecieron las importaciones.  Es probable que estemos ante sobrefacturaciones.  Figura seguramente en la mayoría de ellas, un gasto mayor que permite girar por el mercado oficial más dólares de lo que corresponde. La diferencia es ganancia para la empresa importadora.

7. Es probable que los que retienen exportaciones se financien en pesos en el sistema crediticio local.  De este modo, oxigenan el giro de sus negocios.  Esta es una maniobra especulativa que perjudicaría hasta a los propios depositantes.  Esto último, por la pérdida que le traería aparejada una devaluación.

 

En resumen, debemos tener en cuenta que el análisis tradicional omite la hipótesis delictiva.  Urge disponer del aparato estatal, previo ajuste de su funcionamiento, para evitar este tipo de maniobras.  Así es posible que la brecha comience a descender.  Ah, y que la devaluación no sea inexorable.

 

 

por Juan Carlos Latrichano – 15 oct 2020

 

Siempre que pueden, los medios masivos tratan de dar malas noticias u ocultan las buenas.  Incluso si no les queda otra que dar una buena noticia, le adicionan un pero.  Por ejemplo, la inflación bajó, pero ni bien concluya el congelamiento de tarifas tendremos una inflación muy superior.  En algunas oportunidades, la noticia se da sin mencionar el contexto.  Un ejemplo de ello lo tenemos con la noticia reciente del pronóstico de evolución del Producto Bruto Interno, cuando nos dicen que se estima una baja del 12%, sin informar que con excepción de China, que crecerá apenas un 1.1%, el resto de países caerá.  Es más, el pronóstico para América Latina es de una caída del 8%.

 

Algunas noticias son inductivas.  Dicen, por ejemplo, que la devaluación es inminente.  Así te llevan a pensar en ello y persiguen que retires tus ahorros en pesos y te pases al dólar.  Desde luego, esto hace que se cumpla la profecía.  Hace unos días, un amigo mío que vivió en Canadá, me contó que una vez, en un almuerzo en el trabajo, dijo que pensaba que el dólar canadiense se iba a devaluar.  Recibió por ello una dura reprimenda de su jefe.  Más allá de la diferencia de mentalidades, debemos tratar de tomar el ejemplo.  Tenemos que dejar de balear el bote en el que estamos subidos.  De lo contrario, la devaluación desata la inflación y nuestra calidad de vida empeora.

 

Al fin y al cabo, debemos hacer el esfuerzo de no asustarnos.  Pensemos en aquellos patriotas que dieron todo para que tengamos un país.  No se trata en nuestro caso de dar la vida.  Pero sí se trata de no tener miedo.

 

Los únicos beneficiarios de vencer el miedo seremos nosotros.

 

 

por Juan Carlos Latrichano – 23 oct 2020

 

Tras haberse cumplido siete meses desde que se aplicó la cuarentena en nuestro país, resulta necesario hacer un balance para establecer éxitos y fracasos.  En primer lugar, corresponde decir, contra el pensamiento más difundido, que es falsa la idea relativa a que llevamos siete meses de cuarentena.  Por lo menos la situación actual difiere sustancialmente, tanto de hecho como de derecho, con la situación inicial.  Dicho esto, corresponde evaluar los resultados alcanzados.  Es cierto que para esta fecha esperábamos otros números, desde luego menores, en materia de ocurrencias y muertes.  Pero no es menos cierto que nos temíamos que el virus se intensificara, como lo viene haciendo en los países donde supuestamente lucía derrotado (ejemplo: España, Francia etc.).  A la luz de estos acontecimientos, corresponde destacar dos resultados obtenidos:

 

1. No ha habido colapso sanitario, con excepción de algunas regiones; ni se avizora que ese problema pueda producirse.  En consecuencia, el insumo principal logrado fue el tiempo.  Esto permitió ampliar el parque sanitario.

2. En la Ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano la curva de casos comenzó a bajar.  El mal resultado a nivel del país se da por el incremento de ocurrencias en el interior.  En muchos casos, ello sucedió debido a la falta de aplicación de una cuarentena más estricta.

 

En cuanto a lo económico, al día de hoy se discute el parate impuesto por el Gobierno con sus consecuencias para la economía.  Se suele comparar este desempeño con el de otros países.  Sin embargo, se pierde de vista que con excepción de China, que creció en forma tenue, la mayoría de los países redujo su actividad económica.  Al mismo tiempo, se critica la expansión del déficit fiscal y la emisión monetaria.  Quizás estos puntos de vista adviertan estrategias alternativas.  A mi modo de ver no las han explicitado.  Insisto en que la alternativa de relajar la cuarentena se aplicó en algunas provincias o regiones y los resultados fueron nefastos.  Con respecto a la cuestión fiscal y monetaria, no aparece en el horizonte otra alternativa en el marco de la utilización de la estrategia de cuarentena parcial.

 

Toda aplicación suele tener caminos alternativos.  Quizás en este caso existan.  Falta que alguien los explicite.

 

 

por Juan Carlos Latrichano – 06 oct 2020

 

La mayoría de los análisis referidos al déficit fiscal financiero logrado en lo que va del presente año, presentan un panorama apocalíptico.  Pienso que los lectores conocen que el mismo ya supera un billón quinientos mil millones de pesos.  Ni hablar de los comentarios que refieren al modo de financiarlo.  Aquí predomina la idea de que se lo financia con una brutal expansión monetaria, la que a su vez es absorbida en gran parte por la emisión de letras de liquidez. Luego, se presenta todo este proceso como una amenaza hiperinflacionaria.  Amenaza que no se materializa ni por asomo.  Los que proyectan dicen que el año cierra con un déficit fiscal financiero del orden de los dos billones setecientos mil millones de pesos.

 

¿Es correcto este punto de vista?

Si proyectamos, vemos que atento a la desaceleración que se viene observando, el número puede ser quizás mucho más bajo.  Tal vez, no supere los dos billones de pesos.

 

¿En que se basa este pronóstico optimista?

En dos cosas.  Por un lado, en la evolución del déficit fiscal financiero, la que mes a mes viene mostrando una desaceleración de la tasa de crecimiento.  Por otra parte, la recaudación, que venía creciendo por debajo de la tasa de inflación, en septiembre creció por encima de esta.  No es para dar la vuelta olímpica, pero tampoco es para pensar en el descenso.

 

Analistas apocalípticos, este escrito puede tener partes que hieran vuestra sensibilidad.