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por Juan Carlos Latrichano – 26 abr 2019

 

El país afronta otro de sus tiempos de grandes tumultos.  El riesgo de estallido aumenta día a día.  En medio de esto, el Gobierno carece de un plan integral que muestre inequívocamente que vamos por el buen camino.  Fundamentalmente, no queda claro a partir de qué hechos nuestro país va a dejar atrás la recesión, para pasar a una expansión de la producción.  Esto resulta fundamental.  Un país que retrocede no brinda ningún tipo de seguridad.  Ello es así porque la deuda aumenta por los intereses, en tanto que el PBI en recesión cae.  Eso hace que mes a mes la deuda crezca con relación al PBI.  Desde luego, en estas circunstancias el endeudamiento crece, lo que incrementa el riesgo de default.

 

¿Qué hace el mercado ante esto?

Vende los títulos de nuestra deuda.  Ello hace caer el precio de los bonos, incrementándose el riesgo país.  Desde luego, si el riesgo sube, los intereses para refinanciar son mayores.  Como vemos, estamos en un círculo vicioso.

 

¿Qué debería contener el plan?

Un detalle integral de las medidas a adoptar y como impactarán en el corto, mediano y largo plazo.  Además, debe contar con la aprobación de las demás fuerzas políticas y de empresarios y sindicatos.  Asimismo, debe mostrar que la economía se reactiva al tiempo que el endeudamiento desciende.  Va de suyo que debe producirse una baja sustantiva de la tasa de interés, asegurándose la provisión de dólares ganados en el comercio exterior.  Dicha provisión alejaría las expectativas negativas.  Todo esto para el corto plazo.

 

Para el mediano plazo, se debe señalar cómo se logra la provisión de fondos para atender los vencimientos de la deuda pública.

 

¿Y en el largo plazo?

Un café.  Y bien calentito.