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por Juan Carlos Latrichano – 22 mar 2020

 

Keynes sentenció para todos los tiempos, que en el largo plazo estaremos todos muertos.  El mensaje apunta a los seres vivos y al ahora. La humanidad sufre una amenaza sanitaria que creo no se producía desde la Edad Media.  Lejos estábamos de pensar en una cuarentena.  La Unión Europea dio vía libre para discontinuar la pauta del tope fiscal.

 

En nuestro país tuvimos el dilema del ser o no ser.  Priorizar la deuda o hacernos cargo del vendaval.  Cuidar lo fiscal o resolver la epidemia.  Optamos por la vida.  Porque los muertos no pagan y los equilibrios fiscales y la deuda sin mora serían oropeles para colgar en las tumbas.  Por fortuna, no solo lo entendió el Gobierno sino también la oposición.

 

Por todo lo dicho, estamos asistiendo a un momento de desborde fiscal y de expansión de dinero.  La idea es que el paro provocado por la cuarentena no nos afecte tanto.  Debemos entender que el dinero que llega a los bolsillos vacíos ayuda a detener el flagelo.  Solo cabe advertir que la comunicación del Banco Central A número 6937, que baja el encaje para expandir crédito a las pequeñas empresas, rige en modo inefectivo.  Los bancos están cerrados hasta el 31 de marzo.

 

En medio de esto parece que todo llegará a buen puerto.  Dios así lo quiera.