por Candela Saldaña - 16 dic 2019
Corría el año 1980, el inicio de la década de las PC. De Madonna vestida de novia en los Music Awards, el nacimiento del inolvidable PacMan y la frase jamás olvidada “Yo soy tu padre”. Sin embargo, en ese preciso año, en la mañana del 8 de diciembre, iniciarían una serie de eventos que determinarían el silencio eterno de una voz. La cual derramaría sangre al llamado de “Señor Lennon”.
John Winston Lennon nació el 9 de octubre de 1940 en Liverpool, Inglaterra y siendo adolescente formó la banda "The Quarrymen", en 1956; que posteriormente en 1960 se convertiría en "The Beatles". Tras separarse de la banda, en 1970, inició una carrera como solista y se radicó en los Estados Unidos, donde fue perseguido por el gobierno de Richard Nixon debido a sus ideas pacifistas. Sus letras, entonces, se politizaron; abordó temas como la condición de la mujer, la lucha de los afroamericanos y la crítica a la política imperialista de Gran Bretaña.
En 1975, cuando termina felizmente su batalla contra la Administración de Nixon y nace Sean, único hijo de su matrimonio con la artista japonesa Yoko Ono, enigmática mujer cuyo nombre significa "Hija del Océano”, desaparece totalmente de circulación, dedicándose a la vida familiar. Pero vuelve a grabar en 1980, pregonando, con la misma libertad de siempre, su eterno amor por su esposa y su conocimiento de que la felicidad personal es lo primero.
Las balas asesinas de un adorador desequilibrado lo canonizan, antes de que le lluevan las críticas por la trivialización de su música y su estrechez de miras. Este final disparatado, ocurrió el 8 de diciembre de 1980. John Lennon regresó junto con Yoko Ono a su departamento en el edificio Dakota, de Nueva York, luego de un día en el que brindó entrevistas, participó de una sesión de fotos para la revista Rolling Stone y en el que también estuvo en el estudio para la grabación de su nuevo disco.
Mientras Lennon y Ono caminaban hacia su limusina, fueron rodeados por varias personas que buscaban autógrafos; entre estas, Mark David Chapman. Quien había ido a Nueva York para asesinar a Lennon y pasar a la historia por ello. En la mañana de ese 8 de diciembre partió desde el Hotel Sheraton, tras dejar cosas personales en su habitación para que la policía lo encontrara. Chapman compró un ejemplar de The Catcher in the Rye (El guardián entre el centeno), en que él escribió “Esta es mi declaración”, y lo firmó como “Holden Caulfield”. Luego pasó la mayor parte del día en la entrada del edificio Dakota donde Lennon vivía con su esposa, hablando con otros fans y con el portero.
Alrededor de las cinco de la tarde, Lennon y Ono dejaron el Dakota para una sesión de grabación en Record Plant Studios. Mientras caminaban hacia su limusina en la acera, Chapman le dio la mano a Lennon y le tendió una copia del nuevo disco de Lennon, DoubleFantasy, para que la firmara. Alrededor de las 11 de la noche, la limusina de Lennon regresó al Dakota. En la vereda, salieron del coche, pasaron al lado de Chapman y caminaron hacia el arco de entrada al patio del edificio. Desde la calle que estaba a sus espaldas, Chapman pronunció las palabras de “Señor Lennon” y disparó cinco balas con un revólver Calibre 38 Special, de las cuales cuatro impactaron a Lennon en la espalda y el hombro izquierdo.
Chapman permaneció en la escena, sacó su copia de The Catcher in the Rye y lo leyó hasta que llegó la policía. Miembros del Departamento de Policía de Nueva York fueron los primeros en examinar los disparos; reconociendo que las heridas de Lennon eran severas, decidieron llevarlo en su coche policial al Hospital Roosevelt. Chapman fue arrestado sin ningún incidente. En su declaración a la policía tres horas después, Chapman dijo: “Estoy seguro de que la mayor parte de mí es Holden Caufield, el personaje principal del libro. El resto de mí debe ser el Diablo”. Lennon fue declarado muerto a las 11:15 p.m. en St. Luke's-Roosevelt Hospital Center. Al día siguiente, Ono emitió una declaración: “No hay ningún funeral para John. John amó y rezó por la raza humana. Por favor, hagan lo mismo por él. Con cariño, Yoko y Sean”.
El inicio de la década marcó la vida no solo de los seguidores de los Beatles y de John Lennon en particular. Realmente dejó una enorme huella en la industria musical mundial. Sus canciones, tanto en grupo como en solista, habían dejado un lugar para la nostalgia de las generaciones siguientes. Y nunca tal número de seres humanos habían llorado tanto al escuchar una canción, aquella que si mal no recuerdo decía así:
Imagine all the people
Living life in peace
You may say that I'm a dreamer
But I'm not the only one
I hope some day you'll join us
And the world will be as one