por Candela Saldaña - 17 ene 2020
Roberto Sanchez ha vivido para alimentar una leyenda, la de una avalancha de testosterona y sex appeal que recorrió los escenarios de todo el continente; llegando a ser llamado como “Sandro de América”. Incluso este mes, a 10 años de su muerte, logra con su voz ardiente y grave volver a cautivarnos con tan solo un gemido que se haya escapado de esos carnosos labios.
Este febril ser masculino nació el 19 de agosto de 1945 en el nosocomio público Maternidad Sardá, emplazado en el barrio porteño de Parque Patricios, fruto del matrimonio compuesto por Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo. Se cuenta el rumor de que sus padres intentaron anotarlo legalmente con el nombre de Sandro, pero para aquella época las normas que regían al Registro Civil de las Personas no permitían ese tipo de nombres, por lo que eligieron bautizarlo como Roberto.
De todas formas, con los años y durante su incipiente carrera en la música, el joven haría honor no sólo a la elección del nombre de pila que habían soñado sus padres con utilizar, sino también a las raíces húngaras de su abuelo, de apellido Popadópulos, motivo por el cual se lo apodó “El Gitano”. Durante su infancia y adolescencia residió en el barrio de Valentín Alsina, de Lanús, en el Gran Buenos Aires. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Nº 3 República de Brasil, y ese fue precisamente el lugar donde nacería su verdadera vocación, gracias al apoyo que desde siempre encontró en su maestra de música, que invariablemente incluía en los actos del colegio la imitación que Roberto solía hacer de su gran ídolo, Elvis Presley. No en vano, con los años Sandro fue considerado el Elvis Presley argentino, ya que en realidad ha sido uno de los pioneros del rock en español.
La primera incursión destacada y profesional de Roberto Sánchez tuvo lugar a principios de la década del sesenta, cuando junto a Héctor Centurión, Enrique Irigoytía, Armando Cacho Quiroga y Juan José Sandri, fundó la banda llamada “Sandro y Los de Fuego”. El éxito de la banda, sobre todo por el talento y el carisma de Sandro, logró que la agrupación captara la atención del público, por lo que comenzaron a ser invitados en diversos programas televisivos de gran éxito en esa época, como fue el caso de los ciclos “Aquí la Juventud” y “Sábados Circulares”, de Pipo Mancera. Sin embargo, el comportamiento desenfadado y el modo de moverse con gran connotación sexual que caracterizaban las actuaciones de Sandro, le costó a la banda que fueran excluidos de la pantalla chica, ante las fuertes críticas originadas en el sector de los fundamentalistas católicos.
A finales de la década del 60, el joven Roberto Sánchez decidió comenzar su carrera solista. Su talento y originalidad fueron los promotores del origen de una nueva corriente, por lo que es considerado un pionero de la balada romántica latinoamericana, ya que Sandro logró llevar adelante una empresa que parecía imposible, incluyendo en las canciones románticas y los boleros, los ritmos, el baile y las temáticas propias del rock and roll.
En 1969 protagonizo su primera película “Quiero llenarme de ti”, que fue un enorme éxito; y luego “La Vida Continua”, que siguió el mismo camino. No solamente se convirtieron en éxito en Argentina, sino también en buena parte de América Latina: Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo, Costa Rica, Ecuador, México y hasta en la parte latina de los Estados Unidos. Ya estaba llegando a ser “Sandro de América”. A comienzos de 1970 se estrenó su tercera, y hasta entonces su mejor película: “Gitano”. En abril de ese año, mientras filmaba su cuarta película “Muchacho”, debió interrumpir la filmación para viajar a Nueva York y cantar en el Madison Square Garden, convirtiéndose así en el primer cantante latinoamericano en cantar en ese estadio; y convirtiéndose también, en la primera transmisión realizada vía satélite de un espectáculo musical en el mundo en la historia del satélite.
Durante su carrera, publicó 36 álbumes y vendió un total de 8 millones de copias. Entre sus éxitos se destacan “Dame fuego”, “Rosa, Rosa”, “Quiero llenarme de ti", "Penumbras", "Ese es mi amigo el puma", "Tengo", "Trigal" y "Una muchacha y una guitarra", entre tantos otros. Además de sus éxitos musicales y la cantidad de películas arrasadoras que siguieron, cosechó años de increíble repercusión con el público, dándoles a sus amadas “nenas” décadas de sensualidad y magia.
Casi a finales de los 90 y principios de los 2000, la salud de Sandro comenzó de a poco a deteriorarse: fue diagnosticado de un fatídico enfisema debido a su adicción al tabaco. Dejó los escenarios y permaneció por su salud en su mansión de Banfield. Superó diversas operaciones que fueron muy complicadas debido al ya deteriorado estado de sus pulmones y corazón. Por esta razón, su mujer Olga en el año 2008 dio a conocer a la prensa el siguiente comunicado: “Buenas tardes a todos. En nombre de mi esposo, Roberto Sánchez, quisiera decirles que si bien su estado de salud es estable, me doy cuenta que estamos cada vez más cerca de considerar el doble trasplante de corazón y pulmones como imprescindible, no solo para mejorar su calidad de vida sino también para prolongarla. No es mi intención ni la de mi esposo dramatizar ni atemorizar a nadie, ni deseamos hacer sufrir a quienes tanto lo quieren”.
Esa posibilidad llegó a concretarse el 20 de noviembre de 2009, tras varios meses en los que Sandro encabezó la lista de emergencia del Incucai. La intervención se realizó en el Hospital Italiano de Mendoza, donde pasó los últimos días de su vida. En ese período, atravesó serias complicaciones y algunas cirugías en su dificultosa recuperación.
En la calurosa noche del 4 de enero de 2010, "El Gitano" decidió pasar a la inmortalidad. Los noticieros emitieron esta noticia con las tomas de las nenas de Sandro llorando a mares por su partida. Más de treinta mil personas se acercaron en largas filas al Salón de los Pasos Perdidos, en el Congreso de la Nación Argentina, para despedir para siempre a uno de los más grandes artistas que sin dudas ha tenido nuestro país.
Con Sandro se habían esfumado esa atmosfera febril y sudorosa que envolvía lo que generaba su presencia en un escenario, junto con su cantar tembloroso y su rabia cuando había que cantarle a un amor perdido. Esa voz grave y seductora siempre nos recordará la voluptuosidad de unos inconfundibles labios gitanos.