por Candela Saldaña – 02 abr 2020
El rock es el fenómeno cultural y social que más caracteriza a las sociedades. Un sinfín de grupos sociales se ven reencarnados en las letras de músicos que sin tapujos ponen en jaque muchas veces al poder político expresando sus ideales y aquello por lo que luchan. Armados de poesía y acordes, nos regalan canciones que nos recuerdan lo que éramos y lo que perdimos.
Durante la década del 80, más particularmente con la guerra de Malvinas, la cual fue una jugada fracasada del último régimen militar en su pretensión de ganar el favor popular, el rock nacional desempeño un rol sustancial. El carácter nacionalista que asumió la apelación militar permitió que los que eran considerados “enemigos internos” fueran aceptados. Muchos grupos y solistas pudieron elevar sus voces y hacerse oír, aprovechando el acceso a un circuito que tenían vedado. Si bien muchos tendían a rebelarse contra la guerra, también se animaron a mostrar sus críticas a otras facetas de la dictadura.
Mientras transcurría la guerra de Malvinas en mayo de 1982, muchos músicos decidieron organizar un festival con la idea de juntar abrigos, colchones, alimentos etc. Para los soldados, soldados de 18 años. El recital se llevó a cabo el 16 de mayo en la cancha de rugby del Club Obras Sanitarias con el nombre de Festival de la Solidaridad Latinoamericana. Fue transmitido en directo por Canal 9 y dos radios: FM Mar del Plata y FM Rivadavia. El público fue todo un record: 70 mil personas deliraron con las actuaciones de Ricardo Soulé, DúoFantasía, Dulce 16, Pappo, Rubén Rada, Spinetta, Litto Nebbia, León Gieco, Charly García y David Lebón, entre otros. Ese mediodía, 50 camiones del ejército cargaron abrigos y alimentos. Luego se sabría que nunca le llegaron a los chicos de Malvinas esas bufandas y medias tejidas por madres y abuelas que rezaban por su regreso a casa. Toda esa solidaridad fue vendida en la Patagonia y se usó el rock nacional para buscar una causa común en un intento de nacionalizar una guerra con ideales inexistentes; solo para salvar un pedazo de una dictadura que se estaba apagando.
Después de la guerra quedaron muertos, tristeza y canciones. Estas nos hacen recordar, sentir más que nada, el hambre en las entrañas, el frio del sur y la incertidumbre del dormir hoy pero no despertar mañana.
No bombardeen Buenos Aires
“No bombardeen Buenos Aires no nos podemos defender. Los pibes de mi barrio se escondieron en los caños, espían al cielo, usan cascos, curten mambos escuchando a Clash.” Charly García
Aquellos soldaditos de plomo
“De pequeño yo tenía un marcado sentimiento armamentista. Tanques de lata, de cromo y níquel, y unos graciosos reservistas de plomo a mano pintados, con morriones colorados que eran toda una delicia para mi mente infantil. (…) ¿Qué nos pasó, cómo ha pasado? ¿Qué traidor nos ha robado la ilusión del corazón? Creo que quiero cerrar los ojos para no ver los despojos…” Víctor Heredia
Reina Madre
“Tanques, aviones, barcos y municiones. Madre: estate tranquila, el mundo así camina. Son del sur de la tierra. ¿Qué nos podrán hacer? Somos distintos, somos mejores. Pero madre, ¿qué está pasando acá? Son igual a mí y aman este lugar, tan lejos de casa, que ni el nombre recuerdo. ¿Por qué estoy luchando? ¿Por qué estoy matando?” Raúl Porchetto