por Diego Kochmann – 10 mar 2022
Abuela mala
Primera pregunta de la prueba de Matemáticas: La abuela Clara tiene 16 caramelos y los reparte entre sus tres nietos. Le da la mitad de los caramelos a Martín, un cuarto a Flor y cuarto a Gastón.
A continuación se preguntaba: ¿cuántos caramelos recibe cada uno? Cuando la verdadera pregunta tendría que haber sido: ¿por qué la abuela hace esa horrible diferenciación entre sus nietos? ¿Acaso no se da cuenta de que está fomentando la discordia y el resentimiento entre los niños?
Tatuaje atrevido
Estaba feliz con el tatuaje del guerrero azteca que me había hecho en el brazo el otro día. Y todo iba bien, hasta que apareció esa princesa esbelta, rubia y de grandes ojos esmeraldas, dibujada en la espalda de aquella señorita. Sin dudarlo, mi hombre saltó desde el brazo hacia la espalda de la muchacha, por supuesto, con toda la intención de abordar a la princesita. Pero yo no iba a permitirlo, ¡con los buenos pesos que me había costado el tatuaje! Y empecé a rascarlo con la uña, intentando despegarlo de su piel. Ella se dio vuelta y antes de que pudiera mascullar alguna explicación, me zampó una bofetada que me dejó tonto por unos segundos.
No puedo negar que me dolió bastante, y encima me dejó una marca colorada en el cachete izquierdo que va a tardar varios días en borrarse, como uno de esos tatuajes temporales. Y bueno, ¡por lo menos este me salió gratis!
Manzana de tres mitades
Estábamos en el parque con mi primo Nico y mi prima Agustina. Nos sentamos en el pasto, y él sacó una manzana y una navaja de su mochila.
–Comamos media cada uno –nos dijo muy generoso, ¡pero muy bruto también!
–¿Media cada uno? –se me escapó una carcajada–. Las manzanas tienen dos mitades, como cualquier otra cosa, ja, ja. Eso lo sabe hasta un chico de cinco años, ja, ja, ja.
Nico pareció no oírme y ¡tac!, cortó la manzana. Enseguida otro ¡tac! Yo me seguía riendo de la pavada que había dicho mientras miraba a cada uno comiendo su mitad de manzana. Y yo, de tanto que me reía, no le había podido dar ni un mordisco a la mitad que me había tocado.