La Cuna de Oro de los Incas
por Osvaldo Pimpignano
30 oct 2017
Choquequirao, ciudadela de los Incas cuyo nombre en quechua significa “Cuna de Oro”, comparte muchas similitudes con el yacimiento arqueológico más importante del Perú, Machu Picchu, pero su difícil acceso la convierte en una experiencia única.
Una ciudad Inca perdida en lo alto de una montaña descubierta casi por casualidad y que guarda miles de tesoros de la grandiosa civilización Inca. Si nos quedáramos, ahí todos los pensamientos se irían de manera inmediata y automática a la mítica Machu Picchu. Pero si añadimos que a este lugar acceden muy pocos viajeros y que se puede disfrutar en algo muy parecido a la intimidad, la cosa cambia. Pocos viajeros saben de la existencia de Choquequirao.
Vista del área
Pero habría que apresurarse antes de que lo tomaran las masas. Se trata de uno de esos sitios arqueológicos aún vírgenes de turismo, que no lo sería por mucho tiempo, ya que se estudia la instalación de un teleférico que trasladará una gran cantidad de turista.
Como sucede con su “hermana”, estamos ante una ciudadela de gran tamaño y prácticamente intacta. Y para más alicientes, sólo es accesible a pie en una caminata que dura, según versiones entre dos y cinco días dependiendo de su espíritu y condición física, dado que para llegar hay que caminar 63 km. de sendero de montaña.
Conocida como la “hermana sagrada”, Choquequirao es una ciudad Inca en Perú, que se encuentra a 115 km. de Machu Picchu y con la cual tiene semejanzas estructurales y arquitectónicas. Este complejo tuvo importancia como centro religioso, político y económico, además de ser un nexo comercial y cultural entre la costa, la sierra y la selva.
Choquequirao es un complejo arqueológico Inca de inicios del siglo XVI. Construida en piedra, esta ciudadela ocupa una extensión de 2 hectáreas. La estructura está parcialmente excavada en un 30% de las 1.810 hectáreas del complejo. En el sitio, se puede observar un complicado sistema hidráulico destinado al uso doméstico, ceremonial y agrícola. Teniendo en cuenta su ubicación geográfica, todo parece indicar que Choquequirao tuvo la función de ser un enclave Inca hacia los valles del río Apurimac.
En el tiempo de los Incas, Choquequirao estuvo en comunicación con Machu Picchu por una línea de los caminos del Inca. Su localización geográfica exacta se encuentra en las estribaciones de la montaña del Salcantay, a 3035 metros de altura sobre el nivel del mar, rodeado por nevados.
De acuerdo a Luis Guillermo Lumbreras, eminente historiador peruano, los pobladores ribereños del río Apurímac afirman que Choquequirao fue el lugar donde se refugiaron los últimos Incas que salieron del Cusco después de la derrota de Manco Inca y que resistieron durante 40 años a la invasión española.
Vista del sendero
A diferencia con lo que ocurre con el Camino del Inca a Machu Picchu, la ruta hasta Choquequirao se puede hacer por cuenta propia sin contratar guías ni tour. Pero hay que tener en cuenta varias cuestiones. La primera es que se trata de un tracking de alta montaña con rampas durísimas, desniveles brutales y altitudes que se acercan a los 3.000 metros en su punto culminante. No es un sendero para todo el mundo. Hay que estar en buena forma física y cargar con el equipo, una tienda de campaña y la comida lo cual requiere de una adecuada planificación. En temporada alta se estima que lo visitan no más de 30 personas al día.
Vista del sendero
Una alternativa más amable es contratar un tour con guía especializado, incluido que el día previo a la partida detallará, mapa en mano, las largas horas diarias a caminar, la altura a trepar, el peligro de los precipicios, y la importancia de que cada cual librará de toda responsabilidad a la empresa firma mediante en caso de accidentes.
El punto de partida para el ascenso suele ser Cachora, pueblo colonial de adobe que se visita al principio y el fin de la aventura. La mayoría de sus aproximadamente 3000 habitantes se dedican a la agricultura, pero particularmente a alquilarles mulas, caballos y equipo a los caminantes que emprenden el ascenso. Además del guía, los grupos de entre 8 a 12 turistas cuentan con cocinero y muleros que se encargan de conducir las cabalgaduras y cuidar de ellas y cada caminante cargará con una mochila con carpas, bolsas de dormir, cacharros y la comida para todos; pero a no alarmarse: se trata de un equipo promedio por persona que cargarán las mulas. Eso sí, no está previsto cambiarse de ropa, esto queda al arbitrio del caminante y de su espalda. Se estiman jornadas de siete u ocho horas en que se recorren entre 14 a 20 kilómetros diarios. Amantes de la naturaleza, caminantes y aventureros románticos: la empresa está planteada, vayan y al regreso relátennos la experiencia.
Fuentes:
Vía Andina https://publimetro.pe/actualidad/noticia
Angel de La Torre https://blogavocat.fr/space/angel.la-torre
Las imágenes fueron tomas de la Web