por Juan Carlos Latrichano – 18 jul 2019
Recientemente, el Gobierno difundió los datos correspondientes al resultado fiscal del mes de junio y al del primer semestre. Si se mira el resultado primario, el que no incluye los intereses de la deuda pública, estamos ante un éxito indiscutible. En efecto, en el primer semestre del año se obtuvo un superávit, mientras que en igual período del año pasado el resultado había sido deficitario. Esto fue celebrado intensamente por los medios oficialistas. Sin embargo, si analizamos el resultado financiero, el que incluye los intereses, advertimos lo siguiente:
a) Ambos semestres presentan déficit.
b) El semestre correspondiente a este año presenta una leve mejora relativa (el déficit pasó de ser del 1,7% del PBI al 1,3%).
Cabe destacar que los intereses experimentaron este año una suba del 118,4% comparado con igual período del año pasado. A su vez, si ampliamos el análisis vemos que la pequeña mejora se explica por el crecimiento del ingreso en concepto de recursos de capital. Los mismos crecieron un 3.067%. Cabe mencionar que esos recursos se obtuvieron por la venta de bienes de empresas públicas y por transferencia del Fondo de Sustentabilidad del Anses; este último, para atender los gastos jubilatorios de la Reparación histórica. Si descontamos estos ingresos extra, tenemos que el tamaño del déficit es similar.
Desde luego, esta igualdad se da tras un ajuste de los salarios de los empleados públicos y de los haberes jubilatorios.
En resumen, todo el esfuerzo fue para pagar intereses.