por el IET Leonardo Saphir – 23 feb 2023
A través de esta columna hemos tratado de imponer el término Prospectiva. Durante esta serie de notas, temas como Nada, Algo y otros, nos fueron introduciendo en el futuro. Para señalar el cambio de época, la conclusión del análisis fue el reemplazo de la numeración decimal del año 2048, por el 4000 en numeración octal.
En el comienzo de este año 2023, consideramos oportuno volver atrás. De allí que en la presente nota hablemos de Retrospectiva. La razón principal podemos encontrarla en una nota anterior, donde hemos visto que la línea del tiempo tiene hacia la derecha un origen en el 0 (cero) y termina en el +∞ (más infinito). Esta semirrecta avanza con hitos resultantes de la acción material de la naturaleza y del ser humano, principalmente el avance científico. Por el contrario, la semirrecta de la izquierda, que se prolonga desde el inicio 0 (cero) y termina en el -∞ (menos infinito), retrocede por razones espirituales.

Cuando a través de las matemáticas se resuelven ejercicios de la vida real en el campo de la física, se suelen utilizar ecuaciones. Una de ellas es la ecuación de segundo grado, que tiene dos variables. Por ejemplo, en problemas de cinemática existen el tiempo (t) y el espacio (e), que para este caso se considera dado o fijo. Se analizan distintos casos: los de distancia, tiempo o velocidad, el de caída libre o el lanzamiento hacia arriba y caída posterior, entre otros. En cualquier libro de física elemental se encuentran las distintas soluciones. Pero vamos a detenernos en un detalle: existen por lo general dos soluciones. Una, es una dimensión-tiempo positiva que es la que se adopta, ya que el tiempo es siempre positivo y se deshecha el resultado negativo. ¿Por qué? Porque el tiempo negativo no va para atrás, es una incongruencia. Y si algún mortal busca una explicación racional, los científicos prefieren descartarla. (Hace poco, a un científico se le ocurrió ensayar algunas explicaciones, las publicó en Internet, y por un “pedido” de la NASA fue borrada de la web).

Como no somos científicos, nos atrevemos a ensayar una explicación. La línea del tiempo no entra en el campo de la ciencia. Como hemos dicho en la nota La prospectiva en marcha (14/06/22), estamos en el campo de la fe, de la espiritualidad, donde las reglas que gobiernan el universo son leyes divinas, no leyes científicas.

Por lo pronto, las leyes científicas, a las cuales se llegó por deducción o por inducción, no consideran al cero. El primer método comienza generalmente de una observación general y termina en una ley especial: por ejemplo, la caída de una manzana llevó a Newton a enunciar la Ley de la Gravedad; o Galileo describió su teoría heliocéntrica del Sol, a partir de la observación del cielo. Las teorías científicas de la mecánica cuántica parten del átomo hasta la materia-onda-información infinitesimales, cercanas al Big Bang, pero no llegan a la Nada. El otro método, el inductivo, comienza con casos reales para la unidad (1) y para los siguientes números: 2,3… Se supone que se cumple para un caso n y se verifica si se cumple para n+1. Si es así, la teoría se transforma en ley. Nunca los casos reales llegan al cero.
Por el contrario, en las fuentes espirituales se habla de un inicio con estados que indican la Nada o sus estados equivalentes: el silencio, el vacio, la oscuridad, entre otros. Veamos un ejemplo: en el Antiguo Testamento, la Biblia describe la Creación; leemos en el Génesis: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Cap.1, vs.1 y 2). Desde otra visión, el Profeta José Smith, en el Libro de Moisés, reveló en La Perla de Gran Precio, en su Cap.2, v.2, escrito de junio a octubre de 1830: “Y la Tierra estaba sin forma y vacía; y yo hice que la Oscuridad viniera sobre la faz del abismo y mi Espíritu obraba sobre la faz de las aguas, porque yo soy Dios”. Queda claro entonces que Dios es un ser espiritual, que en ese primer período ideó la luz y luego el resto del universo en siete períodos. Más tarde, comenzó a experimentar y darle forma, pero ello forma parte de la vida material que todavía se está desarrollando.



