Federico engaña al Diablo

por C. Fernández Rombi

17 abr 2017

 

 

Se están a cumplir los diez años del pacto que Federico hiciera con Satanás.

 

La entrega de su alma al maligno tiene fecha fija, a cambio ha obtenido bienestar y riquezas. Nunca se arrepintió, ni siquiera ahora que sólo falta un día para el plazo. Pero… ha puesto a trabajar su imaginación a marcha forzada.

 

¡Quiere zafar! El día ha llegado y el Maligno se hace presente de la nada, en su rostro hay como un velo de falsa tristeza; el mismo que usa cada vez que va a cobrar una nueva alma para su colección infinita.

 

- ¡Hola hijo mío! ¿Estás listo?

 

Se llevará una sorpresa; un Federico exultante y alegre le brinda un gran abrazo y lo palmea vigorosamente. Queda perplejo y confundido… Desde el mismo inicio de los tiempos ningún mortal lo ha abrazado y, menos aún, recibido con alegría cuando se aparece a cobrar una deuda de importancia capital para la vida del deudor.

 

- Hijo mío… ¿no estarás cayendo en algún tipo de locura?

 

- ¡En absoluto mí Señor! Es que estoy contento, dediqué este último año a corromper almas para tu fines y debo comunicarte que tengo un listado de veinte sujetos listos a celebrar un pacto con el mismísimo Diablo… con perdón por la palabra.

 

Satanás, pensativo, se halla frente a una situación desconocida.

 

- ¿Y que se supone que debo darte a cambio de tu lista?

 

- Sólo un año más Amo… ¡creo que es un trato justo!

 

El Demonio asume una expresión de mal disimulado disgusto al contestar:

 

- Mis pactos con humanos son improrrogables. ¡Eres un desfachatado! Has tenido diez años de placeres capaces de hacerme ruborizar a mí mismo… ¡A mí, que es mucho decir! Pero, aceptaré tu propuesta y tu lista. A veces se deben transitar nuevos caminos… aunque a mí me va muy bien con los ya conocidos. Dentro de un año exacto te vendré a buscar, por ahora seguirás disfrutando de tu estatus actual.

 

Sin mediar palabra, tal como había llegado, desaparece.

 

Visitará luego, con igual propósito, a otro cliente al que se le cumple el plazo. Pero no logra apartar de su cabeza una idea perturbadora; es la primera vez que alguien lo burla y no paga en término. Decide estudiar a lo largo del nuevo año los pasos del descarado burlador... Los que no dejan de resultarle más que graciosos. Este Federico, no tiene vida ni goza de nada de lo que le pidiera, dedicando todo su tiempo a corromper sujetos de todo sexo y condición usando una variedad de recursos que despiertan, ¿por qué no?, su admiración.

 

¡Este tipo es incansable! Casi ni come ni duerme en su afán de juntarme candidatos para una nueva negociación.

 

Ya se decidió. Y es tiempo, porque se cumple el nuevo plazo.

 

- ¡Hola Federico! Vengo a llevarte.

 

En escena reiterada, Federico, con visos de gran alegría, se aproxima para abrazar a su dueño. Éste lo detiene con su mano extendida y gesto adusto. No obstante, sin arrugar un solo centímetro, Federico, hecho unas pascuas, dirá:

 

- No entiendes Señor de las Tinieblas, tengo enlistados a casi cuarenta candidatos confirmados. Creo que debieras pensarlo un poco.

 

- Ya lo he pensado Federico y no habrá un nuevo trato. Pero… te llevaré conmigo en carácter de mí Primer Oficial Adjunto; cargo que he creado especialmente para ti. En adelante y por los siglos de los siglos trabajarás conmigo y, como el mejor de los inicios de tu labor a mi lado, usaremos tu lista.

 

- ¡Bien Señor, de acuerdo y gracias! -contestará el otro, mientras piensa que la nueva situación puede resultarle más que halagüeña-. ¿Qué pasará con mi mansión, los vehículos, el yate y los demás bienes?

 

- Nada hijo… ya tienen nuevo dueño, no te preocupes. Allá abajo, en las tinieblas a donde vamos no necesitarás de nada, ni siquiera comer. No hay paga alguna, sólo trabajo sin descanso ni final, trabajo para el cual has demostrado excelentes condiciones. ¡Te felicito!