por Diego Kochmann – 23 sep 2024
Eso es lo que me diagnosticaron. Un trastorno que se da en una persona cada cincuenta millones, dijo el médico. ¡Y justo me tocó a mí!
El nombre es raro pero la enfermedad es fácil de explicar: tengo la mitad del cuerpo muy caliente y, la otra, súper fría. La derecha es la fría. Muchas veces la paso muy mal, y mamá también, pero no podemos hacer nada. No hay remedios para esto.
Hay momentos peores que otros, y siento que me estoy hirviendo y congelando al mismo tiempo. ¡Es una sensación horrible! En casa no es tanto problema porque, por ejemplo, duermo tapado solo la mitad, me pongo una sola media, y así. Pero también tengo que salir, y eso no me gusta. Y como mamá no puede verme sufrir, me confeccionó varios tipos de prendas, para que me pusiera. Por ejemplo, una mitad remera mitad pullover, un pantalón mitad jean mitad short, una bufanda que solo se agarra de un lado… Y me dijo que usara dos pares de medias más los zapatos de cuero en el pie derecho, y solo una ojota en el izquierdo.
Sin embargo, aquella solución causaba un problema mayor. Porque ya en el colectivo, y ni hablar en el colegio, era el centro de todas las miradas. Y no solo de las miradas, porque siempre me llovían burlas desde todos los rincones. No había ni una vez que entrara en el aula sin que un chiste me golpeara en plena cara. Y los profesores no decían nada, algún “shhhh”, a lo sumo, cuando estallaban las risas de mis compañeros.
–Pero no podés salir así a la calle –me retó mamá una vez que me había puesto ropa normal–. Vas a tomar frío, y calor… Esos cambios de temperatura te van a enfermar. Ya sabés eso, querido.
Y sí, lo sabía muy bien. Sin embargo, cada mañana me preparaba un bolso con el uniforme tradicional de la escuela y, apenas me alejaba una cuadra de casa, iba atrás de un árbol y me lo ponía. Y pese a que vivía sufriendo tremendos fríos, o calores, o ambas cosas al mismo tiempo, fue una buena decisión. Con el tiempo logré acostumbrarme. Lo que no hubiese podido aguantar por mucho tiempo son el rechazo y las cargadas de los demás. Eso me hubiese enfermado de verdad.